06 Jul Después de la nulidad ¿me puedo volver a casar?
En principio la respuesta a esa pregunta sería que sí, de hecho, esa es la razón por la cual muchas personas se deciden a iniciar el juicio, sin embargo, en la práctica, las cosas no funcionan como en Derecho Civil; uno no puede salir del Tribunal Eclesiástico con su constancia de nulidad y correr a una parroquia a casarse nuevamente.
Para poder casarnos nuevamente, se tiene que cumplir dos requisitos:
El primero, es que una vez que el Tribunal Eclesiástico emita su resolución, primero, notifique a ambas partes el resultado (siempre que ambos hayan participado activamente en el proceso) y, posteriormente esperar 15 días hábiles -que es el período durante el cual se puede interponer una apelación- para que dicha sentencia pueda ser ejecutada.
El segundo, es levantar el Veto (prohibición) que nos imponga el Tribunal.
¿A qué me refiero?
En tanto que toda persona tiene derecho al matrimonio, en esencia, nadie nos puede restringir casarnos y mucho menos para siempre, sin embargo, la Iglesia está facultada para limitarnos de manera temporal, con el fin de que si nos volvemos a casar, no volvamos a fracasar de la misma manera y por las mismas razones que en el matrimonio anterior.
Tener dicha problemática superada puede comprobarse de diferentes maneras: ya sea a través de un curso impartido por la misma Arquidiócesis (en el caso de la CDMX), o pidiendo que las partes se sometan a terapia, o bien pidiendo que se sometan a una evaluación psicodiagnóstica completa y profunda con algún Perito autorizado por el mismo Tribunal.
Derivado de lo anterior, mucha gente tiende a confundirse y a pensar que “entonces solo le anulan el matrimonio a uno de los esposos”, pero esto no es así, simplemente puede ser que alguno de ellos deba cumplir con algún requisito antes de poderse volver a casar.
Esto tampoco quiere decir que si nos vetan, el fracaso del matrimonio sea nuestra responsabilidad, simplemente quiere decir que hay algo que la Iglesia quiere cerciorarse de que no arrastremos a un nuevo matrimonio; desde una conducta destructiva, una voluntad fraudulenta o bien un determinado maltrato psicológico.
Debemos recordar que el matrimonio es un bien público y por lo mismo, es obligación de la Iglesia poner ciertos límites a quienes pretenden tomárselo como un juego.
Si tú o alguien que conoces quiere iniciar un juicio de estos o esclarecer sus dudas acerca del veto que le hayan impuesto, contáctanos. Podemos ayudarte.