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En el matrimonio, los derechos y las obligaciones son recíprocos.

Partiendo de la idea de que el matrimonio es una pareja, que una pareja son dos y que por lo tanto la responsabilidad es compartida, es oportuno señalar que sin repartición y equidad, no hay matrimonio.

Veamos:

A ambos esposos corresponde vivir en respeto y comunicación, en un ambiente donde exista ayuda mutua y ambos conformen, juntos, una comunidad de vida y amor. Esto quiere decir que los beneficios y las responsabilidades deben ser siempre compartidos.

Es cierto que cada uno deberá contribuir en la medida de sus aptitudes, sin embargo, la carga debe de ser pareja para que el disfrute pueda serlo también.

Hay parejas donde se decide que uno se quedará a cargo del hogar mientras el otro toma al cien por ciento el papel de proveedor, existen parejas en las que se decide que ambos aportarán económicamente al hogar siendo igualmente responsables de las tareas domésticas.

Cualquier acuerdo al que llegue la pareja está bien pero es indispensable que el acuerdo se cumpla y que ninguna de las partes abuse de las responsabilidades del otro.

Por ejemplo, si es uno quien se queda en el hogar, no está obligado a dar atención de restaurante las 24 horas del día al otro, ni a atenderlo como si aquello más que matrimonio fuera un negocio de hospitalidad, como tampoco, en el caso de que ambos decidan aportar dinero se debe asumir que una, por ser mujer, además de la carga económica es responsable, por definición, de las tareas domésticas; como tampoco está bien que se crea que porque ambos aportan al hogar entonces no es necesario tener atenciones con la pareja como por ejemplo, preparar una cena.

El matrimonio es una maquinaria donde cada rueda es del mismo tamaño y por lo tanto, se necesita de una perfecta sincronía para que todo embone bien. Si una pieza funciona de más o funciona de menos, los engranes se averían y las cosas se paralizan. Desgraciadamente, mucha gente no lo entiende y tanto las cuestiones de género, como el control económico o simplemente el egoísmo exacerbado, pueden llevarnos a desvirtuar o distorsionar la visión de lo que en realidad es un matrimonio haciendo que nuestra realidad de pareja sea en realidad un matrimonio inválido.

Si tú o alguien que conoces tuvo un matrimonio profundamente desigual, éste puede ser nulo.

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