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Me casé para salirme de mi casa

Se tiene la idea generalizada de que las bodas son un lindo final a una historia de amor. Algunas personas con un poco más de consciencia entienden que más que una meta, la boda es el punto de partida para el hogar que deberá construir el nuevo matrimonio y no es  «Me casé para salirme de mi casa», pero sea cual sea nuestra concepción acerca de determinada boda, prácticamente nunca nos ponemos a ver qué había en la biografía de cada uno de los novios para finalmente llegar al altar.

La realidad es que mucha más gente de la que pensamos vive en hogares disfuncionales, violentos, donde no se acepta a los miembros de la familia tal y como son; donde hay padres controladores -de esos que escogen hasta las carreras que deben estudiar sus hijos-; hogares con algún padre alcohólico u hogares donde aunque la problemática no sea tan evidente, el grado y sistema de control que se ejerce sobre los hijos termina por asfixiarlos y es por ello que muchos quieren salir huyendo.

 

Sin entrar en el debate moral, México sigue siendo un país en el que el hecho de que las parejas se salgan de su casa para vivir en unión libre no está bien visto. Aunque creamos que las cosas han cambiado, nuestra sociedad sigue siendo una de las más conservadoras dentro de los países de tradición católica -basta ver las estadísticas-; por lo que, si hoy en día la boda sigue siendo un tema importante y socialmente “indispensable”, imaginemos como lo era hace veinte o treinta años.

Dicho lo anterior, no es de sorprender que muchos adolescentes, en edad o tardíos, opten por un matrimonio como la única opción viable, ante la presión social y familiar, para poder dejar el hogar de origen y entonces, el problema, lejos de terminar ahí, apenas empieza, pues una persona que no ha tenido libertad para vivir antes del matrimonio, querrá tenerla después de éste y empezará a vivir todas las cosas que antes no vivió, como fiestas, amigos, borracheras y hasta infidelidades, lo que a su vez conllevará una imposibilidad para conformar una comunidad de vida y amor, pues por lo general, la otra parte -el otro cónyuge-, se casará teniendo otro tipo de expectativas.

Quien se casa por salirse de su casa, normalmente adopta una postura en la cual “mi espos@ no es mi papá como para controlarme” y termina intentando poner los límites que no supo poner a sus padres a su pareja, como si dentro de un matrimonio debiera darse una relación de supra subordinación, en lugar de una relación de igualdad. Finalmente, quien así se comporta es un grave inmaduro.

No es raro preguntarle a la gente que tomó este tipo de decisiones y adoptó este tipo de actitudes, si de tener nuevamente la oportunidad de casarse bajo las mismas circunstancias, lo volverían hacer y recibir una respuesta negativa, ¿por qué?, porque el matrimonio implica un grado de compromiso [1] tal que tiene que ser una decisión y nunca, bajo ninguna circunstancia, un remedio

 

Si en su momento, tú tomaste una decisión así y hoy tienes dudas acerca de si tu matrimonio fue válido o no, contáctanos , podemos asesorarte.