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Noviazgos largos, matrimonios cortos

Hoy en día es muy frecuente escuchar historias de parejas que duran una eternidad como novios, pero que una vez que se casan, no llegan al tercer aniversario y en ocasiones, ni a cumplir el primer año de casados.

Para muchos esto es un factor de sorpresa, sin embargo, en la realidad sucede mucho más seguido de lo que creemos, pues la mayoría de esos noviazgos envuelven personalidades codependientes que siendo novios no se pueden dejar, pero, al convertirse en esposos y tener que convivir a diario, se dan cuenta de que en realidad no se conocen, no se quieren y muchas veces, ni siquiera se aguantan.

Me explico: a menos que el noviazgo haya empezado antes de los 20 años, es raro que un noviazgo “sano” dure cinco años o más, pues normalmente, si crees que la persona con la que estás es el amor de tu vida y con la cual quieres envejecer, lo lógico sería que busques formalizar cuanto antes; es cierto, a veces la edad y los ingresos dificultan el casarse, pero “el que quiere, puede y encuentra la manera”.

Muchas veces las parejas permanecen juntas por costumbre, o por pensar que después de tantos años juntos “no van a encontrar a nadie más”, o porque “no sabrían cómo empezar con alguien nuevo”, o porque “después de tantos años ese es el siguiente paso”, o por lo que puedan pensar las familias de ambos… pero no porque realmente quieran comprometerse en matrimonio y pasar la vida juntos. Ciertamente es más fácil estar con “mi peor es nada”.

También, se tiene la falsa percepción de que cuando el noviazgo es largo, los novios se conocen por la cantidad de años que han convivido y nada más alejado de la realidad, pues muchas veces, crecer simultáneamente no significa crecer juntos.

Muchas parejas, excusándose en los años que llevan de relación no se dan la oportunidad de conocerse a profundidad dando por sentados temas fundamentales, entonces, si el noviazgo es superficial y los novios no se conocen en realidad, no podrán aceptarse, ni donarse válidamente, pues la entrega no es total en tanto que no conocen ni qué, ni a quién se lo están entregando.

Esto no es una fórmula infalible. Existen muchas parejas que llevan años juntas y siguen siendo muy felices, pero hablando de matrimonios fracasados, esta situación se presenta porque normalmente durante el noviazgo se hizo caso omiso a los focos rojos que había en la relación; se prefirió lo conocido por encima de lo correcto y, con el paso del tiempo, la pareja dejó de ser “par-eja” para terminar siendo codependiente y, la codependencia en cualquiera de sus variantes es un síntoma de grave inmadurez y como hemos comentado, las personas gravemente inmaduras, son incapaces de contraer un matrimonio válido.